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sábado, 27 de agosto de 2011

Zaragoza: Belchite




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Ecos del pasado

Bello lugar, es lo que significa la palabra Belchite, que es el nombre del pueblo del que os hablaré hoy. Belchite  fue un pueblo de los más prósperos de principios del siglo XX en la provincia de Zaragoza, entre sus bellos muros de estilo mudéjar llegaron a contabilizarse dos conventos y varias iglesias, símbolo de la buena salud económica de la comarca. Los primeros pobladores de este lugar datan de la época romana, aunque muchos pueblos primitivos ocuparon ya estas tierras con anterioridad. Más tarde, los musulmanes dejaron su huella, hasta la reconquista, cuando Felipe III ordenó la expulsión de los moriscos pasando a manos del Conde de Belchite. En el siglo XVII, los Belchitanos consiguieron comprar su independencia a la nobleza.
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(Las dos imágenes anteriores pertenecen a www.rumboanada.com)
Este pueblo se podría catalogar de maldito por su pasado truculento, pues a lo largo de la historia tuvo la mala suerte de que varias batallas acontecieran en sus alrededores y calles. Comenzando en las guerras púnicas, donde romanos y cartagineses ya tuvieron sangrientas confrontaciones. Más recientemente, en 1809, Belchite fue el escenario de la Primera batalla de Belchite entre las tropas españolas y francesas de la Guerra de Secesión. Los franceses ganaron aquella batalla y Napoleón hizo inscribir el nombre de Belchite en el arco del triunfo de París.
En 1838, las calles de Belchite fueron escenario de duras confrontaciones fruto de la Guerra Carlista. Pero todavía quedaba una gran batalla que los muros de Belchite no podrían soportar.
En el verano de 1937, en plena guerra civil, los republicanos arrasan literalmente el pueblo de Belchite, defendido por los nacionales. Seis mil personas, entre soldados y civiles, mueren en pocos  días. En el pueblo, apenas un puñado de casas han quedado en pie. El control del bando republicano sobre la zona duraría poco tiempo, pues las tropas del General Franco acabarían por ganar la guerra, como por todos es sabido.
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Finalizada la guerra, Franco ofrece a los supervivientes de Belchite la opción de construir un nuevo pueblo o la de dejar que los Belchitenses se ocupen de la reconstrucción y él, a cambio, construir un canal de regadío para llevar agua desde el Ebro y, de ese modo, transformar y modernizar la economía de la zona dejando atrás las poco productivas tierras de secano. Los Belchitenses optan por el nuevo pueblo, cosa de la que posiblemente se hayan arrepentido desde entonces pues pasados los años, no todo fue tan bonito como lo planteó el Generalísimo en un principio. “Yo os juro, que sobre estas ruinas de Belchite, se edificará una ciudad hermosa y amplia como homenaje a su heroísmo sin par. Franco”, “1.937-1.954”.
La construcción del nuevo Belchite fue llevada a cabo por prisioneros de guerra, de este modo Franco se vengaba en cierto modo de aquellos que destrozaron el pueblo haciéndoles construir uno nuevo. En 1946, los vecinos más afines al régimen pudieron ocupar las primeras y mejores casas de Belchite, aunque el pueblo no fue inaugurado hasta 1954 y no fue hasta finales de los 60, que el traslado se dio por terminado. Pese a la promesa de gratuidad para los vecinos del viejo Belchite, el que quiso casa tuvo que comprarla y muchos fueron los que decidieron emigrar a otras tierras. Desde entonces, el viejo pueblo de Belchite permanece pausado en el tiempo como gigantesco monumento de la memoria y el pasado.
Sin duda, es el pueblo abandonado, maldito, fantasma… como queramos llamarlo, más visitado de España, pues sus ruinas son visitadas todos los años por más de diez mil personas. Algunas como homenaje o recuerdo de lo que sucedió allí, otras como simple visita turística y otras muchas, atraídas por las leyendas que cuenta que las almas de los que allí murieron, todavía caminan por sus calles.
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Las leyendas de Belchite.

Desde su total abandono en la década de los 60 y dado su pasado doloroso y sangriento, junto con el perfil fantasmal de edificios semiderruidos. Belchite viejo ha sido un centro de peregrinación para investigadores de lo paranormal de todo el mundo. Las ruinas de los conventos de San Rafael y San Agustín, la inquietante torre del reloj, el viejo cementerio, la iglesia de San Martín… cualquier rincón de este pueblo es un lugar idóneo para pasar una noche con una grabadora y un termo de café.
Y los resultados de estos investigadores no tardaron en producirse. Decenas de psicofonías, grabaciones en las que se escuchan los ecos de la guerra como si aquellos terribles días de 1937 hubiesen quedado impregnados en todas y cada una de las piedras del lugar. Aviones, bombas, disparos… lamentos. Con el paso de los años las leyendas fueron aumentando, en gran parte gracias a estas psicofonías. Presencias misteriosas que caminan por las solitarias calles, sombras que parecen desaparecer en el interior de las casas al paso de los visitantes, fotografías en las que aparecen figuras entre las ruinas, manos que arañan las tiendas de campaña de jóvenes que pasan allí la noche como gesto de hombría, campanas que hace años que desaparecieron y que vuelven a repicar en las noches más oscuras, un niño juguetón que suele asomarse en lo más alto del campanario… quizás sea él quien toca las campanas. Voces que hielan la sangre a los visitantes recomendándoles que se marchen de allí…
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Estas son algunas de las muchas historias que se cuentan sobre Belchite, muchas serán ciertas, otras falsas, cada uno es libre de tener su propia opinión, pero de lo que no tengo duda es que todos los que por sus calles han caminado o caminarán, tendrán la misma sensación inquietante de que allí quedó algo atrapado y que de algún modo etéreo, todavía se puede sentir.
Termino el artículo con una frase que se puede leer en la puerta de la vieja Iglesia de San Martín. Pintada por Natalio Baquero, uno de los últimos habitantes de Belchite el mismo día de su partida. (La palabra Zagal, significa niño)
“Pueblo viejo de Belchite, ya no ten rondan zagales, ya no se oirán las jotas que cantaban nuestros padres”

Por Sinuhé Gorris. Tejiendo el Mundo.

AQUI, podeis encontrar información mucho más detallada sobre la historia de Belchite.


 Os dejo unas cuantas fotografías y unos videos donde se pueden escuchar algunas de las psicofonías de Belchite, a parte de ver el lugar con más detalle.
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(Fotografías de Javier G. Riobó)

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 (Fotografías de DIEGOSFERA)
AQUI, podeis ver muchísimas más fotografías de Belchite.

Los videos y las psicofonias:
Algunas curiosidades de la wiki:

De Belchite desciende el cantautor catalán Joan Manuel Serrat, ya que su madre nació en esta localidad.
Por sus características, Belchite ha sido escenario de diversos rodajes cinematográficos. Vista general del pueblo en ruinas. En la villa, dada su peculiaridad arquitectónica e histórica y el escenario que suponen sus ruinas, se han rodado numerosas películas:
“Alas negras” Documental sobre la guerra civil española (1937).
“Belchite” Documental sobre la guerra civil española (1938) dirigido por Andrés Pérez Cubero.
“Mecanoscrit del segon origen”, serie televisiva basada en la novela de ciencia-ficción del mismo nombre (1974), de Manuel de Pedrolo producida y emitida en TV3 en las navidades de 1985 y repuesta en el verano de 1987.
“Las aventuras del Barón Munchausen (The Adventures of Baron Munchausen)”, una coproducción del Reino Unido y Alemania dirigida por Terry Gilliam -(1988).
“Vaya día” Serie Televisiva dirigida en 1995 por Albert Boadella.
“Ella está enfadada” Director Juanjo Giménez Peña (1995).
“La mirada oblicua” Director Jesús Monllao (2000).
“Extranjeros de sí mismos” Directores José Luis López-Linares y Javier Rioyo (2000).
“Jinetes en la tormenta (Los Mecánicos de la Naranja)” (2001) El ambicioso cortometraje bélico de Pablo Aragüés.
“Buen viaje, Excelencia” Director Albert Boadella (2003).
“El otro lado” Director Óscar Parra y Mario Bravo (2004).
“El laberinto del fauno” Director Guillermo Del Toro (2005).
“Mundo Perro” Director Roberto Valtueña (2007).
“El expediente Belchite” Director Óscar Parra (2008).
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jueves, 25 de agosto de 2011

CIUDAD REAL: La Atalaya




El Sanatorio de La Atalaya (Ciudad Real).


Un lugar marcado por una tragedia es el escenario de extraños sucesos y leyendas muy conocidas entre la gente de Ciudad Real. Apariciones de una dama fantasmal en una curva, un extraño psiquiátrico abandonado en una colina donde según los testigos suceden fenómenos extraños, apariciones de luces en el cielo y extrañas neblinas que envuelven el lugar son solo unos cuantos sucesos en la Atalaya, un lugar a las afueras de la ciudad. Y lo que está usted a punto de leer, son una serie de sucesos que tal vez marcaron el lugar. Y una serie de hechos que tal vez tengan que ver por la situación en un lugar marcado por la tragedia, por el dolor.




"Un policía, presunto autor de la muerte de dos jóvenes en La Atalaya".
Aquel era el titular de la portada del periódico Lanza del miércoles 22 de abril de 1987. Y continuaba de la siguiente forma:
Tres muertos por arma de fuego, una pareja de novios y un miembro de la Escala Básica de la Policía, es el balance de un suceso ocurrido en la noche del lunes al martes en las inmediaciones del repetidor de TV situado en el cerro de La Atalaya de nuestra capital.
La Atalaya.
Maria del Mar Perales Serrano y Alfredo Lozano Galán fueron víctimas aquella fatídica noche de 20 de abril. Isidro Mejías, de 33 años, casado y padre de dos hijos fue el que causó su muerte. Maria del Mar y Alfredo eran una joven pareja, que acudió a La Atalaya aquella misma tarde, para pasar el día y volver ese mismo día. Sin embargo su regreso a casa nunca sucedió. A las dos de la madrugada, Isidro Mejías llegó al lugar de los hechos, se puso delante del Citroën Visa de Alfredo, y descargó su pistola contra la pareja.
Maria del Mar presentaba un disparo en la muñeca, otro en la mano y dos más en el pecho, mientras que Alfredo presentaba un orificio de bala en el ojo y otro en el cuello. Los seguros de las puertas del coche estaban cerrados, lo que nos lleva a la conclusión de que nada sucedió de repente. Ellos, asustados, vieron lo que iba a suceder, y se encerraron en el coche. El policía, tras matar a los dos jóvenes, se metió en su coche, cerró la puerta y se pegó un tiro en la sien, acabando con su vida, y llevándose para siempre el secreto, ¿por qué lo hizo?
Las hipótesis más barajadas fueron la del crimen pasional, y la de una intención previa de suicidio. Ambas quedaron casi descartadas por las razones que doy ahora mismo. Isidro Mejías estaba casado, era padre de dos hijos y todos sus conocidos aseguraron que se le veía muy feliz con su mujer, que siempre iba con ella a todas partes y era un hombre aparentemente fiel. ¿Por qué iba a tener un momento de pasión con aquella chica, e iba a matarla posteriormente junto a su novio por un ataque de celos? Ya no solo por la parte de Isidro sino también por la de Maria del Mar. Su madre aseguró que ella y Alfredo se querían mucho, pasaban el mayor tiempo juntos y cuando no podían, se tiraban horas hablando por teléfono. Cuando Alfredo llegaba a casa, preguntaba si había llamado Maria del Mar. ¿Qué iba a hacerles desquebrajar así sus relaciones? Los padres de las dos víctimas, aseguraron no conocer a aquel policía.
Fotografía de los hechos, publicada en Lanza.
La otra posibilidad que se baraja tiene una parte demostrada. El policía quiso suicidarse. De hecho dejó en su casa una nota a su suegra, pidiéndole que fuera a recoger a su esposa y a sus hijos, que venían de Badajoz ese mismo día a las 20.15. Isidro dejó la nota, acudió al cuartel, recogió su arma personal y subió al cerro de La Atalaya. Allí, en un intento de acabar con su frustración (esa frustración no tiene explicación a día de hoy) disparó hacia todas partes, con tan mala suerte, que dio a los dos jóvenes.
Sin embargo, hay varias cuestiones que también descartan esta parte de la teoría. No la del suicidio planeado, pues eso está prácticamente demostrado, sino la teoría de que se puso a pegar tiros a diestro y siniestro solo por acabar con esa frustración. Primero, todas las balas dieron a los jóvenes, con una precisión bastante curiosa.
Si nos fijamos, los disparos iban apuntados hacia la cara. Por eso las balas en la muñeca y mano de Maria del Mar. Tal vez trató de taparse la cara, en un instinto totalmente humano. Segundo, los jóvenes tenían los seguros puestos, sabían que algo malo sucedía. Por tanto.. ¿Cuál fue la causa que llevó a Isidro Mejías a subir hasta allí, matar a la pareja de novios y posteriormente acabar con su vida?. En la actualidad una especie de placa descansa en la zona del asesinato, en memoria de las muertes sucedidas aquella terrible noche.
Una muestra del dolor que conllevó aquello, es esta foto:
Fotografía de los hechos, publicada en Lanza.
El antiguo sanatorio de tuberculosos, posterior hospital psiquiátrico.
Es un edificio tenebroso, siempre lo he dicho. Si alguna vez se me ocurre rodar una película de terror, sin duda ese sería el escenario. Se construyó con la principal función de sanatorio para tuberculosos. Por ello su situación en una colina, donde daba bastante el sol, y rodeado de árboles y bosques. En su momento seguramente fue un lugar casi lujoso. Sin embargo, al poco de ponerse en funcionamiento el sanatorio, la tuberculosis comienza a erradicar, por lo que en cuestión de meses, el lugar cierra sus puertas. Como curiosidad, decir que el autor (y colaborador del CSIC en aquel momento) Luis Martín-Santos trabajó en el lugar, con conocimientos médicos bastante notables.
Poco después, decide dársele uso al lugar, y se abre como hospital psiquiátrico infantil, teniendo más pacientes. Se crea un campo de fútbol, piscina, columpios.. Sin embargo, el edificio era bien grande para los pocos pacientes que albergaba. La segunda planta solía permanecer cerrada. Entonces, se habilita y se abre no solo para niños, sino también para adultos. Allá por 1980. Ya en aquel momento comienza la "leyenda", pues aseguran que la gente que pasaba por allí, podía escuchar los gritos de los pacientes. Y comienza a extenderse el rumor de que los pacientes son maltratados. Se trata, por supuesto, de elucubraciones, de leyendas y habladurías.
Debemos decir que el lugar fue bien prestigioso. Conrado Carretero, director del centro en aquella época era un hombre bueno y respetado por todos, según asegura la mayoría de las personas que lo conocieron. Pero la negrura que siempre acompañó a la historia de este edificio, hace que de nuevo tenga que ser cerrado, por falta de pacientes. Algunos aseguran que fue debido a una mala situación del edificio, y otros que se debió a diversas desgracias en el interior. El caso es que quedó cerrado, y así ha permanecido hasta el día de hoy. Según me aseguraba mucha gente, las camas seguían en las habitaciones, y las salas acolchadas estaban intactas.
Pude comprobar, hace ahora un mes, que no mentían. Una noche, linterna en mano, nos adentramos en el edificio...
Yo estuve allí?
Fue la madrugada del 28 al 29 de abril, sobre la 1.30 de la madrugada. Reconozco que el edificio, a esas horas, impresiona más que bastante. Doblamos la curva (también con leyenda, como veremos más adelante) y cruzamos la oxidada verja del viejo sanatorio. Estábamos dentro. No existe puerta de entrada, tan solo un hueco cargado de oscuridad semi-iluminada por el haz de luz de la linterna. La primera planta (donde debía estar la recepción) estaba llena de escombros. Además, el techo en algunos lugares parecía a punto de venirse abajo.
El ascensor de la primera planta era el único que conservaba la típica puerta de metal verde, pues en los pisos superiores donde en aquel tiempo hubo ascensores, ahora solo había huecos. Las escaleras no tienen pasamanos, por lo que también se convierten en un peligro a altas horas de la noche. He de decir que el lugar es terrible. No porque suceda nada paranormal, sino por las sensaciones que provoca en uno mismo, tal vez por la sugestión. Pensar que aquel lugar estuvo habitado siempre por enfermos, por algunas personas, de las cuales probablemente algunas, murieron allí tras años de lucha desesperada por curar su enfermedad. No sé por qué, pero el ambiente está cargado.
Solo el hecho de ver las habitaciones, los largos y angostos pasillos, sumidos en total silencio y oscuridad? impresiona. Sin embargo el lugar donde todos estuvimos más impactados fue en la capilla, en el primer piso. Es un lugar amplio, que ahora tiene el aspecto de una nave industrial con una especie de altar al fondo, y donde recién empalada en un hierro de una pared, yacía una paloma movida por el viento. Allí, el aquel lugar, es donde habían tenido lugar la mayoría de experiencias ouija según me habían contado.
Y cuando íbamos a entrar a una sala contigua de la capilla, decenas de palomas echaron a volar asustadas por la luz de la linterna, causándonos un susto tremendo (y que obviamente, se transformó en risas nerviosas). El viento entraba por todas partes, pues las ventanas no tenían cristales, estaban ya destrozados. Se escuchaban, además, pasos de animales por el techo, parecía que este iba a venirse abajo. Recuerdo además los cuerpos de palomas degollados limpiamente, casi con la precisión de un bisturí o una navaja. Seguramente no se trate de ritos satánicos ni de nada por el estilo, sino de la gente que pulula por el edificio, con botellas de cerveza y cartones de vino en la mano.
El lugar ya no tenía camas, ni muebles (aunque en el momento del abandono si los tuvo, pero hubo gente que arrasó con ellos), pero las salas acolchadas seguían casi intactas. Pudimos encontrar incluso ruedecillas probablemente pertenecientes a alguna camilla. En las paredes, había todo tipo de pintadas. Pero las más macabras, raras y dignas de recordar son la de un niño, con la mano cortada y echando sangre a chorros por el corte, otra que decía: "Aquí se mata a las 2.30", otra "Muerto no te preocupes, tu tranquilo" o "El que entra aquí no sale". Afortunadamente, yo sí salí.
La dama de la Atalaya.
La leyenda de la chica de la curva es bien conocida por todos; una joven autostopista alza el dedo en mitad de la noche, y pide al primero que pare, que la lleve a la ciudad. Al cabo de unos minutos, la joven dice al conductor: "Tenga cuidado, en esa curva me maté yo", y sobre esta leyenda base, han ido apareciendo otras muchas derivadas. Hay quien afirma que no se trata de una leyenda, que realmente suceden cosas así en nuestros caminos y carreteras.
En Ciudad Real hay varios puntos calientes en este sentido? La carretera Ciudad Real-Daimiel, donde se aparece una joven que murió allí hace años durante la noche del baile de su graduación, y la otra supuesta chica de la curva se sitúa en la Atalaya. Concretamente en la curva que hay justo a la entrada del antiguo sanatorio (ahora psiquiátrico abandonado).
Curva donde, siempre según los testimonios, se aparece la "dama de la Atalaya".
La madrugada que volvía de pasar unas horas en el sanatorio, un amigo me paró, me preguntó qué tal la experiencia, y luego me dijo: ¿Y de la curva, qué sabes?. Yo me quedé desencajado. Había oído decenas de veces aquella leyenda de la autostopista fantasma, pero nunca nadie me había contado que le hubiera sucedido a él mismo. Nadie, de "tú a tú" me había contado una historia tan asombrosa y a la vez espeluznante- como aquella.
Aquella noche de verano volvía de la Atalaya en una moto con un amigo suyo que era el que conducía. Y bajando justo por aquel lugar, justo en aquella curva, las luces de la moto iluminaron a una figura semitransparente, en camisón. Él hizo un viraje improvisado, pero no pasó nada. No la atropelló, pues aquella figura, simplemente, desapareció. ¿Quién es esa joven? Son muchas las versiones que responden a esta pregunta. Algunos afirman que es la figura de una paciente del antiguo psiquiátrico infantil, que en una de sus crisis, se lanzó por la ventana.
Otros aseguran que hubo un secuestro en Ciudad Real, que un mal hombre se llevó a la niña a aquel lugar, y la mató después de violarla. Esta opción es considerada leyenda ya que afortunadamente no existe ningún hecho del estilo que pueda constatarse. Como curiosidad he de decir, que por Internet circula un "mail cadena" con la narración de la visión de esta "dama de la Atalaya", junto a otros sucesos paranormales del lugar.
Otras leyendas en un lugar marcado por la tragedia.
Existen otro tipo de leyendas, o de hechos veraces que son inclasificables debido a su extrañeza. Y que tampoco pueden constatarse si no es con testimonios. El primero de ellos es el de la densa neblina que envuelve el lugar algunas noches. Se trata de una simple leyenda, pues no conozco a nadie que haya presenciado tan insólito hecho. Pero es curioso, pues se cuenta que de pronto comienza a descender una niebla (en ocasiones de colores) que hacen imposible la visión. Otras veces se ha descrito este hecho como una aurora boreal en el cielo del cerro de la Atalaya.
El segundo hecho es el de una aparición mariana en una arboleda cercana a un merendero. Se cuenta que en 1939, casi al terminar la guerra civil, una mujer que llevaba un traje blanco y que irradiaba luz se apareció en aquel lugar durante sucesivas noches, y que al terminar la guerra, dejó de aparecer. Otro hecho (y este aparece totalmente constatado) es la visión de al menos un OVNI desde el lugar. Tengo un testimonio de primera mano; sucedió en agosto de 2004, y cinco personas mínimo fueron testigos de cómo tres luces (que no eran aviones) surcaban el cielo a gran velocidad. Al día siguiente, TVE daba la noticia. El avistamiento se hacía público, y no se trataba de un satélite.

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miércoles, 24 de agosto de 2011

MONTBLANC: Leyenda de Sant Jordi

Hace muchos años un dragón feroz aterrorizaba los alrededores de Montblanc. Devoró a los animales hasta tal punto que amenazaba la integridad de los habitantes de Montblanc. Para evitar el ataque de la bestia se decidió librarle cada día un vecino. Se realizó un sorteo entre la población, incluida la familia real, y la suerte quiso que la persona escogida fuera la hija del rey. Cuando se disponía a ser engullida por el dragón apareció un caballero y la salvó hiriendo de muerte al dragón. Era San Jorge. En el lugar donde el dragón derramó su sangre nació un rosal de rosas rojas. Desde entonces se mantiene la tradición catalana en la que los hombres regalan una rosa a su amada.
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martes, 23 de agosto de 2011

Jaén: Santisteban del Puerto

Jaén: Santisteban del Puerto

Allá por los año 1226, época en que fueron reconquistados los pueblos de la comarca de Santisteban del poder de los infieles, habitaban en el barrio situado al pie del Castillo de San Esteban, llamado Farrabullana, una familia mora compuesta del padre Abu-Ebén y dos hijas llamadas una Zaida, tipo de singular belleza y otra, Zoraida, que no desmerecía de su hermana por su excepcional hermosura.
Padre e hijas pertenecían a la clase más modesta de la sociedad musulmana de la población, si bien se encontraban en condiciones de poder subvenir debidamente a las necesidades de la vida, consecuencia lógica del ímprobo trabajo que el jefe de la familia se había impuesto, cultivando el campo. Era relativamente instruido, siendo uno de los que introdujeron en el pais el sistema de riegos atribuidos a los árabes.
Como guerrero era valeroso y a él le eran encomendados muchos particulares relativos a la defensa del lugar, pudiendo decirse que era la persona del confianza de los jefes mahometanos en aquel período de la historia de Santisteban del Puerto.
La situación de los árabes en aquellos tiempos era muy crítica, principalmente por la parte Norte de Andalucía; desde la batalla de Las Navas de Tolosa en 1212, los ejércitos cristianos avanzaban continuamente ocupando territorios de la morisma y algunos habían atravesado la mayor parte de las cordilleras llamadas Sierra Morena y se aproximaban a los poblados, viéndoseles aparecer por el puerto del Muradal. La fortaleza o el entonces Castillo de San Esteban, se aprestaba a la lucha o por lo menos a llevar a cabo la mayor resistencia posible como anteriormente lo hiciera en tiempos de Abderramán III al fin de la formidable insurreción muslímica.
Abu-Eben padre de las jóvenes, en unión de sus esforzados compañeros, no cesaba de trabajar para reunir en el Castillo provisiones de boca y guerra, preparando toda clase de medios defensivos,así como conduciendo a aquel, considerado como inexpugnable lugar, los valores y alhajas que los habitantes de San Esteban poseían.
Él, como la mayor parte de los guerreros, no considerando el peligro inminente, había dejado a su familia recluída en su modesta y casi mísera vivienda. Las dos jóvenes, tranquilas al parecer, esperaban confiadamente se realizasen los designios de Alá y aunque presagiaban la proximidad de verificarse lo que estuviera escrito.
Así las cosas, los acontecimientos se precipitaron y una mañana de Mayo, al son de trompetas, atabales y voces de mando, es invadida la población de San Esteban por una multitud de jinetes que no pudo contener el arrojado valor de la morisma, que con aquellos luchó en distintos lugares de la sierra y de la vega, mientras que las restantes fuerzas mulsumámicas se hacín fuertes en el Castillo, único poderoso baluarte, a donde por falta de tiempo, o por excesiva confianza, habían dejado de conducir a las mujeres y niños.
Zaida y Zoraida se encontraban ocupadas en los menesteres de su casa cuando cundió la alarma en su barrio; los extraños sonidos y gritos de la multitud dieron motivo al siguiente diálogo:
— ¿Qué ruido es ese? —pregunta alarmada Zoraida a su hermana—.
— No me lo explico, quizás guerreros hermanos que vengan en nuestra defensa.
— ¿Y si fueran cristianos? No quiero pensarlo. ¿Qué sería de nosotras?
— Pues ahora voy a a verlo —exclama Zaida con resolución—
— ¡Jamás! —interrumpe Zoraida— de ninguna manera; obedece las órdenes que padre dio al marcharse de que pareciese esta casa como no habitada y permaneciéramos lo más ocultas que nos fuera posible.
Mas sin poder contenerse, guiada por la curiosidad, y sin que a su hermana Zoraida le fuese posible evitarlo, lánzase Zaida velozmente a una de las pequeñas troneras que daban luz al lóbrego y estrecho cuartucho situado en el primero y único piso de la casa; mira al exterior, y aquella escultural cabeza de cabellos y ojos negros, queda como petrificada a la vista de los pendones de Castilla y León, ante las cruces que los coronan, y el aspecto marcial de las tropas del Rey de los cristianos Fernando III. Zaida se conmueve, y es arrancada a viva fuerza por su hermana del sitio en que se encontraba y ambas, sin dirigirse la palabra, lloran abrazadas las desgracias que presienten para ellas y su padre a quien dudan de poder volver a ver.
El castillo lleva ocho días de asedio; por caminos subterráneos se comunican sus defensores con ciertas casas situadas en las laderas de su cerro, surtiéndose de las últimas provisiones que restan a los desventurados habitantes de la población.
A poco, la lucha se hace insostenible en la fortaleza, no por falta de valor de los sitiados sino por escasez de alimentos; la entrega del Castillo se cree inevitable pues en vano podrán esperarse auxilios de los antiguos baluartes de Torre Albep ni del de Iznatoraf; el primero ya en poder de los sitiadores y el segundo, recien atacado por los mismos; la desesperación se va apoderando de los ánimos sin vislumbrarse ni aún la más lejana esperanza.
Zaida y Zoraida, de la misma edad, por haber nacido con pocos minutos de diferencia, lloran amargamente su desgracia. Contiúan encerradas en su casa, y aún cuando sin comunicación alguna con el exterior, no ignoran lo que sucede al descifrar la causa de los ruidos lejanos que se perciben a intervalos; no hay para las hermosas hijas de Mahoma consuelo posible, su única remota esperanza, que consistía en la huída por la puertecilla con que cuenta la casa a sus espaldas, y por lo que en noche oscura, hubieran podido comunicar con el Castillo y reunirse con su padre, había que abandonarla dado que el autor de sus días, bien en previsión de una ligereza realizable por sus hijas, bien por tener en su mano la facilidad de penetrar en la casa cuando le conveniese, cerró con llave aquella puerta que era imposible abrir por el interior, y menos por los débiles esfuerzos de aquellas jóvenes que por esa circunstancia, quedaron imposibilitadas de solucionar de dicha forma su bien triste situación.
Mientras las dos hermanas seguían agobiadas por la incertidumbre acerca de su destino y el desfallecimiento empezaba a apoderarse de su ánimo, la desesperación reinaba dentro del recinto del Castillo, desde la sala de armas a la pequeña ciudadela existente entre sus murallas.
Habían pasado algunos días desde la entrada de las tropas cristianas en el poblado de San Esteban (cuyo nombre subsistió en época árabe), y aún no poseín el Castillo; una de aquellas noches, Zaida y Zoraida se encontraban abrazadas y mudas de terror y espanto por haber percibido a lo lejos agudos gritos que suponían ser originados por un último y definitivo ataque a la fortaleza, cuando se sintieron de repente sorprendidas al oir el sonido metálico que produce una llave la rechinar en la cerradura. Ambas corren hacia la puerta pequeña, de que antes hemos hablado, y ágiles como cervatillas al ladrido de un perro, suponiéndose quién es el visitante lánzanse al encuentro del recién llegado, encontrándose, como suponín, frente a frente a su padre, demudado, jadeante y con un voluminoso bulto a sus espaldas.
Abu-Eben rechazó bruscamente las manifestaciones de cariño que quisieron hacerle, no deteniéndose ni aún en exponer el objeto de su venida, sino que en modo imperativo y con ese modo de hablar rápido que suele usarse en circunstancias críticas, les dio las órdenes siguientes en una forma parecida a la que transcribimos:
— "Sin pérdida de tiempo, —les dijo— prepararse para la fuga; he conseguido, gracias a mi agilidad, sujeto por una cuerda a la cintura, bajar por la murallas del Castillo. Temo haber sido visto, y quizás me persigan, por lo que, es necesario darse prisa; todos los sitiados creyendo se aproxima la entrega de su último refugio, me han encomendado salve sus caudales, escondiéndolos en sitio seguro, y como aquí no pueden quedar, he resuelto llevarlos a la huerta donde hallaremos el lugar propio para tal escondrijo, y quizás podamos después marchar a reunirnos con los nuestros."
Para llegar a conseguir su fin, era necesario esquivar la vigilancia de las tropas que rodeaban la fortaleza, y el problema que en unos instantes tenían que resolver, era como se comprende bien difícil de solucionar, mas la necesidad se imponía y no había otro recurso que el afrontar con valor toda clase de peligros.
Pálidas, demacradas, sin respirar apenas escuchan aquellas descendientes del Profeta lo expuesto por su padre, a lo que no osan replicar, sino que, por el contrario, callan y recogen rápidamente los pequeños medios de subsistencia que les quedan, y por la misma puerta que entró Abu-Eben minutos antes, salen el padre y las hijas con la mayores precauciones, casi arrastrándose, uniendo sus cuerpos a las paredes de las casas, procurando de esa forma evitar el temido encuentro con las patrullas, que a la sazón rodeaban el cerro asediado. Con un saco repleto de monedas y metales preciosos, sobre sus hombros, marcha Abu-Eben dificultosamente delante de sus hijas: ellas también transportan bultos menores, y aún a riesgo de caerse o de ser sorprendidos en su expuesta huída, bajan a los profundos barrancos que existen en la parte de levante del Castillo, o sea en la base de La Torrecilla, continúan salvando las sinuosidades del terreno hasta alcanzar la vereda que del poblado se dirige al puerto, serpenteando la falda de La Guarida y sin abandonar sus precauciones. Andando, andando, penetran en una hermosa bóveda de árboles que hermosea y embellece una pendiente de penoso acceso. Los ladridos de un perro los sorprenden y detienen un momento a los fugitivos, mas, seguros de no haber sido vistos ni perseguidos, siguen su camino rodeado de robles, zarzales, hermosos bosques de árboles y frondosas huertas. Suben la cuesta que luego desciende más suave, por ella bajan hasta una hendidura del terreno que termina en un corte casi perpendicular de un promontorio de rocas; allí se oye caer agua en abundancia, la vegetación es exuberante y el piso arenoso y accidentado; la luna les ilumina a intervalos y en aquel lugar se detienen nuestros personajes, pareciendo han llegado al término de su viaje. Padre e hijas se unen llorando en estrecho abrazo, se creen fuera de peligro y la emoción les embarga; ya más tranquilos, Abu-Eben dirige las palabras a las jóvenes en estos o parecidos términos:
— "En el lugar en que nos encontramos, hijas queridas, a unos veinte pasos de distancia, existe una cueva que sólo es conocida por mí, habiendo tenido la suerte de encontrarla en tiempos en que me dedicaba a cultivar esta hermosa huerta; la hallé una calurosa noche de Junio en que no sé si soñando o despierto, presencié una cosa extraordinaria que no quisiera recordar; ví salir de esos peñascos extrañas y atractivas figuras que con sus gestos y ademanes parecían llamarme, a la vez que músicas y ciertas vibraciones inexplicables, me atraían a es parte; más que irme me dejé llevar, y en efecto, en el sitio objeto de aquella especial atracción, encontré una abertura medio tapada por una gran piedra que como si se tratase de sortilegio, dejó libre la entrada a una cueva hasta entonces oculta, oyendo a poco extraño ruido de trompetas, ladridos de jauría y gritos desentonados; aquello pasó pronto, habiendo después desaparecido repentínamente, lo que muchas veces reflexionando he creido un sueño. Cerré aquella puerta natural, me marché, y ahora aprovecho el secreto para depositar en ese oculto lugar las riquezas cuya guarda me ha sido encomendada."
— "Padre" —exclamó Zaida impresionada— "nos da miedo con su relato".
— "Yo también lo tuve a pesar de mi entereza" —respondió Abu-Eben— "y podéis asegurar que a no ser por las terribles circunstancias en que nos encontramos, jamás hubiera venido por estos sitios, a la hora precisamente en que descubrí esa cueva, y aproximadamente en el mismo tiempo".
— "Alá es grande y Mahoma su profeta; lo que está escrito sucederá"—dijo proféticamente la hermosa Zoraida—.
— "Vamos pues y ayudadme en mi empresa," —añadió el padre— "y mañana veremos salir el sol en Úbeda, donde tienen seguridades para sus personas y bienes los hijos del profeta".
Y dicho esto, dió unos pasos hacia una gran piedra que a un impulso de sus manos, cedió, dejando ver una abertura que daba paso a un local cuyo fondo no podía distinguirse dada la oscuridad de la noche. Las jóvenes, llenas más que de miedo de estupor, seguían al padre y éste deseoso de terminar lo antes posible la misión que le había sido encomendada, penetró decidido en aquel recinto con el saco al hombro, seguido de sus hijas; despositó la preciada carga en una ocacidad de la roca y en aquel mismo momento, como a un conjuro, sonaron de pronto desentonados gritos, ruidos de trompetas y ladridos de jauría; el padre salta sorprendido, le siguen sus hijas, quiere ocultar la entrada de la cueva y toca la piedra de la entrada, con tal precipitación, que esta se mueve rápidamente, el orificio de entrada se cierra e impide la salida de la hermosa Zoraida que marchaba la última, que queda encerrada con el tesoro para siempre.
Al día siguiente, afirman los narradores, que una vez tomado el Castillo de Santisteban, el Sr. Benavides, su conquistador, envió patrullas a los alrededores del poblado, y al llegar al lugar denominado El Puerto, encontraron no lejos del manantial abundante que allí existe (del que hemos hecho mención), dos cuerpos humanos horriblemente despedazados, habiéndose podido notar solamente que uno era el de un musulmán regulamente vestido, a juzgar por los restos de su traje, y el otro, el de una mora en cuya cabeza podín aún admirarse los rasgos de una singular y extraordinaria belleza...
Esta es la leyenda de LA ENCANTADA DEL PUERTO; así la cuentan las viejas, asegurando que aquel suceso tuvo lugar en el mes de Junio, en la noche de San Juan, y que todos los años la misma noche y a la misma hora (las 0 horas), se oyen desentonados gritos, tocar clarines y trompetas, y ladridos de jauría, y que una dama mora pasea por aquellos vericuetos ricamente alhajada con las riquezas que en aquel sitio depositó Abu-Eben, y que según la tradición, parece buscar a su padre y a su perdida hermana.

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CAZORLA: Castillo de la Yedra

Cuenta la leyenda que en el castillo de La Yedra de Cazorla, vivía un rey moro que tenía una joven y hermosa hija.
Por aquel tiempo las tropas cristianas avanzaban inexorablemente devastando la campiña, en dirección a Cazorla, sin que nada ni nadie pudiera impedirles el paso. Una tarde, cuando el sol se ponía en el horizonte, llegó un espía con la mala noticia de que un ejército numeroso y bien equipado se encontraba a una jornada, y de que no podrían resistir ni al primer ataque. El rey moro, pensativo y muy serio, comprendió que había llegado el momento que había estado temiendo desde hacía tiempo, desde que tuvo la primera noticia de que los cristianos habían cruzado las fronteras, pero en su interior había mantenido la esperanza de que se dirigirían hacia otro lugar. Había llegado el momento de prepararse para abandonar el castillo.
- Nos llevaremos todo lo que podamos - dijo - y volveremos cuando se hayan marchado. Dejaremos aquí a mi hija, por si nos persiguen y nos alcanzan en campo abierto, pues no quiero correr el riesgo de que la ultrajen, ni que sea una esclava el resto de su vida.
El rey moro hizo llamar a su hija, y le dijo:
- Hija mía, te quedarás aquí escondida en el sótano secreto; estarás segura. Nosotros volveremos en cuanto ellos se marchen.
A la mañana del día siguiente, en lo más profundo del castillo, en una pequeña habitación subterránea secreta, dejó a su hija, con suficientes víveres para varias semanas, cerrando la entrada con una gran losa disimulada entre el pavimento. El rey moro y los cuatro soldados que le ayudaron a poner la losa, fueron los últimos en abandonar el castillo, presintiendo la inminente llegada del enemigo. Una última mirada al lugar donde dejó su corazón, propició que una invisible lágrima resbalara hasta el fondo de su alma.
Al poco tiempo, una lluvia letal de flechas sorprendió a los jinetes. Los cinco murieron, y con ellos el secreto del castillo de La Yedra.
Las huestes cristianas llegaron a Cazorla y a su deshabitado castillo, reforzaron las defensas, y ya no se marcharían jamás de esta tierra de ensueño. Transcurrieron los días, las semanas y los meses, y los víveres se acabaron en el refugio. La hija del rey bebía el agua que goteaba al filtrarse entre la tierra, y comía los insectos que buscaban refugio en el subsuelo. La incapacidad de moverse en aquel reducido espacio, y la viscosidad de las húmedas paredes, propiciaron que sus extremidades inferiores se fueran uniendo y adquiriendo forma alargada y redondeada, con escamas como los reptiles. Mientras se producía la metamorfosis se escuchaban terroríficos lamentos que atemorizaban a los nuevos moradores del castillo y a todos los habitantes de Cazorla, rasgando el silencio de las noches.
Desde entonces, en la noche de San Juan, los niños de Cazorla se apresuran a ir a la cama y estar dormidos antes de que el reloj toque las doce campanadas de la media noche, para que no se cumpla la letra de la fatídica canción que todos conocen, y que dice así:

Yo soy la Tragantía,
hija del rey moro;
el que me oiga cantar,
no verá la luz del día
ni la noche de San Juan.

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Zamora: zona de Sanabria





 Zamora: lagos de sanabria.
GONZALEZ ARES, Rubén Darío



A primera vista la leyenda del Lago es un mito de destrucción diluvial, castigo que sobreviene a Villalverde por faltar a una de las más elementales herencias sociales: la hospitalidad a un mendigo que al final "dicen que al parecer era Jesucristo" (2). Por falta de hospitalidad a unos hombres que resultaron ser ángeles fueron destruidas Sodoma y Gomorra (3), y por el mismo motivo es anegado el pueblo en que viven Baucis y Filemón (4), que pensando hospedar viajeros hospedan dioses.

Aun cuando la estructura de la leyenda sea propia del mito de destrucción-diluvio, lo que se narra en la leyenda es el origen mítico del Lago: un ser sobrenatural -que no siempre se identifica con Jesucristo- crea el Lago valiéndose de su bastón.
1.-La leyenda del Lago es una de las leyendas más extendidas en la comarca sanabresa. Cabe dividirla en dos a la hora de su estudio: la leyenda del Lago y la leyenda de las campanas.

2.-Todos los mitos de destrucción tienen un signo de salvación: el diluvio de la Biblia un arco iris (5) y la leyenda del Lago la isla y las campanas. En principio ésta seria la función de la leyenda de las campanas: ser el apéndice necesario de la leyenda del Lago.

Recuperar las campanas del fondo del Lago va condicionado a un mandato divino sobre dos bueyes: al no cumplirse tal mandato, no se recuperó sino una sola de las campanas.

LA LEYENDA DEL LAGO

(Versión 1)

Antiguamente llamaban al llagu Villalverde ,de Lucerna. Nu yera llagu entuences, yera villa.

Dicen qu'andaba por ahí un pobre pidiendu, y qu'había unas mulleres en un fornu cucendu. Y chegou un home pedindu limosna, y en todu llugar naide le diou llimosna. Y chegou a aquel fornu, y aquelas mulleres le dijieron:

-Espere usté un rato -y le tiroron un fullecu nel fornu, y cuandu foron a sacalu, ya non saliou por la puorta de lo mucho qu'había crecíu, que tuvioron que partilu pa sacalu en pedazos.

Y le dixo el pobre:

-Aguante a facere el pan y sálganse del pueblu, que se vai a fundir.

As mulleres se rión del pobre, y él repetió:

-Sálganse d'eiquí, le vuolvu a decire, que voy a fundir al llugar.

Cuandu al poco mornentus 'ordenou un volcán de fuegu y arriba augua. Y entuences dixo el pobre:

-Aquí finco mi bastón, estu será un llagu d'agua.

Cuandu al pouco momentu s'envertió todu augua el llugar, y quedó el llagu como se ve ahora. Deciendu, quedandu con el méritu que todu el qu'esté en gracia de Dios, oyería as campanas al día de San Juan por la mañana. Buenu, ciertu ye, que muchos oiyeron en aquelos tiempus. Ahora ya nu las oye naide.

Ahora otru cuentu. Y era un homre que tenía dous bueis y se l'escaporon de la arada, y se metioron al llagu. Y uno lo chamaba Redondu i outro Bragau.

S'agarroron as campanas, y el amo decía:

-Sácamela, Redondu.

Y el buey contestaba:

-You nu pueu que voy por lo más fondu.

Y lluogu le decía al outro:

-Tira tú, Bragau.

Y el buey le contestaba:

-Non puedu, que foi ordeñau.

Y le contestaba el amu:

-Anda, que por el llomu te será tirau.

Resulta que sacoron una das campanas, que dicen que aún está en Vigu, ye verde a campana.
Ribadelago Cayetano Fernández. 72 años

LEYENDA DEL LAGO
  
(Versión 2)

Yera una villa que chamaban Villalverde, y vinu Jesucristu pidiendu limosna. Y chegou a un fornu, y andaban cucendu pan, en a isla. Le pidiou una torta de pan y le hicieron una muy pequeña. Le dijierun que nu tenían pan, y le echarían un bullicu al fornu, que se cuciera. Y al sacarla nu la pudierun sacare de lo mucho que había crecíu.

Y le ficieron otru bollicu, más pequeño, y creciou más qu'el primeru y tampocu lo pudierun sacare. Hasta que al final le hicieron uno grande y la saliou bien.

Dispués, al retirarse él de pedir la llimosna de allí, mandó salir al personal del pueblu, y llevaba un bastón en la mano y dijo:

Aquí finco mi bastón
que nazca un gargallón
Aquí finco mi espada
que nazca un gargallón de agua.

Y fue cuandu apareciou el augua y el llagu y sólo quedó la isla, que fue donde estaba el hornitu.

Y el día de San Juan por la mañana, había aquí en Galende: un hombre algo tontu que se llamaba Rosendo, y iba a pedir, él y la madre. Y que había dicho al pasar por el llagu:

-Madre, toca a quila.

Oía tocar una esquila, y es qu'estaba en gracia de Dios.

Y la 'squila que oyía tocare era una campana de Villalverde, qu'estaba dentro del llagu.

Galende. Rosalía Cifuentes. 82 años

LEYENDA DEL LAGO (Versión 3)

Ahí dicen, que será cuentu, que vinu'n pobre pidiendu llimosna. Había un fornu y pediou el hombre una llimosna. Y l'echaron un peazu masa a cocer, diciendu que yera un bollu.

Y le saliou muy grande, no lo pudieron sacare. Y sacaron un peazu y l'echaron otro más chiquito, y ya lo pudieron sacare del fornu.

Mas antes d'esu, había ido a varias casas, y nu l'habían dau llimosna, y en aquella se la dieron.

El darle llimosna n'aquel sitiu, prencipiou a decir que se retirasen de la casa y nu avisasen a nadie más. Mas se corrió la voz por las calles. Y al correre diju:

Aquí cavo mi bastón
aquí salga un gargallón,
aquí cavo mi ferrete,
que salga un gargallete
  

Y a los pocus momentus ya vino a anegare Villalverde. Mas lluegu, dispués, dicen qu'al parecer que yera Jesucristu.

Dicen qu'había dos campanas, y se hundierun las dos al hundirse. Los hombres del pueblu quisieron sacare las dos campanas.

Y yera un vecinu que tenía dos novillus en Vigu. Y a uno le habían ordeñau la madre, y nu había mamau. Y al outra vaca, nu l'habían ordeñau, yestaba alimentau el jatu. Y como los hombres no podían con as campanas punierun una a cada jatu.

Y al que no había mamau, que nu podía, le dicían:

Tira, buey Bragau
que la leche qu'ordeñarun
por el llomu te fue echau.

Ven aquí Bragau

-No puedu qu'estoy ordeñau.

Ven aquí Redondu

-No puedu que voy por la más hondu.

y sólo sacaron una campana.

El jatu que no había mamau s'hundió con la campana. Y dejó la campana dentro de la profundidad del llagu.

Mas dicen que los qu'están en gracia de Dios, el día de Juan por la mañana, oyen tocar la campana del buey que había mamau.

Lo que un olor por la mañana muy tempranu, más comu al aceite de la lámpara, com'una fragancia en vapor.

Total que la casita aún existe, la isleta onde 'staba la casa. Nunca se cubre en las enllenas. Y la isleta está llena e zarzas y cerezales, y el muro e piedra.

Y la campana que sacaron tenía virtú contra las turmientras. La ponían boc'arriba y se pasaban al momenmtu las tempestades.

Y la llevaron pa la Puebla. Y s'acabóu.

Ribadelago El Tío Lila. 70 y pico años

LEYENDA DEL LAGO
(Versión 4)

Antiguamente el llagu yera Villalverde, y chegou un pobre. Había un fornu y vieno pedindo llimosna.

Y lluegu le tironen un abortón, y dispués nu le cupu por la boca del fornu cuandu lo saconen. Y dispués le dixo que le deitaran outro más grande.

Y le dixu al vere qu'escaparan, que se dibe a fundiré'l llugare. Y dispués pus mironen, y cuandu mironen, xa se fundionen toudus.

Y dixo el pobre:

Eiquí finco mi estacón
eiquí salga un gargallón.
Eiquí finco mi estaquete,
eiquí salga un gargallete.

y vionen toudu cubiertu d'agua.

Y el veinticuatro de San Juan, el qu'estaba en gracia de Dios, oyia tocare as campanas. Porque cuandu se fundiou Villalverde, había duas campanas.

Y había una parella de bueis y salionen a arare, y dispués musconen us bueis y entronen al llagu. Y le dijierun:

-Tira, buey Redondu -porque se renganchou a rella.

Y decía el buey:

-Nun puodu, que voy por lo más fondu.

Y le decía 'l home:

-Tira, buey Bragau.

Y decía 'l outro:

-Tira tú, que you estou ordeñau.

Y decíale l'outro:

-U que t'ordeñonen, por la cabeza baixo te o tironen.

Estu habemus oiyidu toda a vida.

Y a campana que quedou en-o llagu, decía á outra:

Tu te vas, Verdosa
you me quedo Bamba,
y en-a vida del mundo
serei you sacada.

San Martín de Castañeda
La hija de Teresa "la loca". 50 años (1947)

LEYENDA DEL LAGO (Versión 5)

Antiguamente decían qu'el llagu yera Villalverde. Y chegou un pobre a pidire limosna y en todas as casas se la ñegaban.

Y despuis chegou a una casa qu'estaban cucendu y le pediou eillí llimosna. Y le tironen un aburtunico pequeiño, y cuando se lo fonen a sacare, le crecíu muito, y nun lu pudionen sacare del fornu.

Y despuis le tironen outro más grande, y despuis aquel ya lo pudionen sacare.

Y entuences dixo el pobre que se salieran d'eillí, que diba a fundir aquel llugare. Y dispuis dijo:

Eiquí finco mio estacón
y eiquí salga un gargallón

y cuando aquella gente mirou p'atrás, ya lo viu fundidu.

Y se fundiou todu menus donde estaba el fornu, qu'hoy es la casica el llagu.

Y decían qu'el día de San Juan, que se oyían tocare as campanas en el llagu el qu'estuviera de buena mano, qu'el que no, no las ouyía. Una que la chamaban Ramona Partera, qu'estaba xorda, dicen que las ouyía tocare.

Y estaba un hombre arando tiempos alante, y le musconen us buyes, y le marchonen con el arao pal llagu. Y dispueis le salionen cun una campana. en la rella. Y al sacala le decía uno:

-Tira tú, buí Redondu.

Y le decía el outro:

-Tira tú, que yo estou en el fondu.

Y lluegu le decía el outro:

-Tira tú, buí Bragau.

Y le contestaba el outro:

-Tira tú, que yo estou ordeñau.

Y le vuelve a contestar el outro:

-Si u leche que te saconen, a cabeza abajo te lo tironen.

Eso ya fui en la porfía de los buís.

Y ahora la outra campana que quedou en el llagu, le dixu:

Tú te vas, Verdosa
you me quedo, Bamba,
en la vida del mundu
serei you sacada.

S'acabou.

San Martín de Castañeda La hija de Teresa "la loca". 57 años (1954)
  

LEYENDA DEL LAGO
(Versión 6)

Foi un pobre y anbada a pedir limosna. Y chegou a unha porta. Y díxole á qu'andaba cocendo que si le podía facer un fourinchico y tirarlo no forno.

Y logo despois, aquel creceu tanto no forno, que no lo podían sacare pol-a boca.

Y despois foi y engarrou y tirou outro mais pequeno. Y despois inda saíu mais grande. Con que despois díxole que se marchara d'eillí ela y a familia d'ela pra un alto. Y despois dixo:

Eichí espeto u meu bastón
Eichí sai un gargallón.

Despois alagouse aquelo y d'eillí saíu u lago.

Agora diz que toudus us anos día de San Juan, qu'oyen tocare as campanas as dode da noite toudu aquel qu'esté 'n gracia de Dios.

Y agora era uno y tiña unha vaca preñada y le trouxo dois vitelos. Y pasou por eillí un señore y díxole que touveran cuidau con aquelos dois vitelos, que non le sacara u leite á vaca, que tiñan us vitelus unha virtú mu grande.

Y despois foi a muller un día y deixoulus cuidare au home, y foi a sacar leite a unha teta á vaca. Y despois díxole au home:

-¡Ay ladrón! Tú ¿Qué feciste?

Y estonces foi ela, y arramou u leite por enriba do lombo au vitelo.

Y un día sacoron-os y picoule a mosca. Y despois u amo dediale:

-Arriba, buey Bragau, qu'o leite que te sacoron, pol-o lombo t'han tirau.

Y o que nu habían sacau u leite, sacou do lago unha campana nos cornos. Y u outro sacoula hasta flor d'agua y volveusele a caer outra vez pra abaixo.

Y despois díxole unha campana á outra:

Tú te vais, Verdosa,
eu me quedo Bamba,
hasta u fin do mundo
non serei sacada.

Calabor
La Tia María. 58 años

LEYENDA DEL LAGO
(Versión 7)

Unha vez estaban duas mulleres y pasou un pobre que desconfiaban qu'era Dios, y pedíule un bolo. Y cuandu o foron a sacar, nono le coupo pol-a boca do forno.

Botéronle outro, y inda saíu mais grande.

Pasou por allí unha muller con unha pareixa de vacas, y díxole o pobre que cuando parisen que non as muxixe. Pero as vacas tiñan un amoxo tan grande que dixo:

-Voule a sacar un pouquiño.

Y despois arrepentíuse y botoulo pol-o lombo abaixo ao becerro da vaca que foi muxida.

Y despois fundíuse o pueblu y saíron os dous becerros co as campás nos cornos, y díxole un a outro:

-Tira, Bergado.

Y contestoule o outro:

-Tira tú, que eu estou ordeñado.

Y xa non sei mais.

Y o día de San Juan tocan as campás as Avemarías, y veinse duas guindeiras floridas.

Chanos
Carmen Alvarez Guerra 19 años

LEYENDA DEL LAGO
(Versión 8)

"Villalverde, que el que va no vuelve. Decían que era una cosa muy bonita, una villa en aquel tiempo... Quien iba allí y la veía, allí se quedaba.

Al parecer era una villa que le llamaban Villalverde, que bajó Dios en persona pidiendo limosna como un pobre, y le negaron la limosna. Estaban cociendo los hornos, y eso, se la negaron. Echaron un bollin chiquinín para dárselo y cuando fueron a sacarlo era más grande que la boca el horno y no lo pudieron sacar, con la mala intención que lo hacían. Entonces Dios indignado salió de allí y rompió la lluvia y se inundó la iglesia y las campanas...

Y yo no sé cómo fue aquello, que querían sacar las campanas y no sé quién había pronosticao que tenían que ser unos bueyes que no hubieran sido ordeñados, que no hubieran sido ordeñadas las madres. Y por lo visto, según decían, sacar las campanas que estaban en el Lago, y cómo crió los bueyes y los metieron al Lago pa' sacar las campanas, pero resulta que en el agua olvidaron algo. Y le decía al otro: -Tira Buey Bragao. Y el otro le decía: -Tira tú que yo estoy ordeñao.

La mañana de San Juan, que había esa enfermedad de la ictericia, que saliendo temprano a recoger rocío...

Las ovejas las sacaban a las pozas a bañarlas..."

Juan Manuel Fernández, unos 80 años,
San Juan de la Cuesta, Noviembre de 1980

LEYENDA DEL LAGO
(Versión 9)

"Na más era pueblo -oía yo decir a las mujeres y a mi padre- y que había venido San Pedro a pedir limosna y que anduvo todo y que nadie le dio limosna y que fue a un horno que estaban cociendo y que le hicieron un bollin chiquitín .-decían ellas- y que haciendo el bollo chiquitín, pues que salió que no podía salir por la boca el horno y que ya se dieron cuenta de que era santo, y que por eso había esa piedra que hay en el medio del Lago. Que habla quedao todo destruido, pero que había quedao la señal del horno donde está la piedra aquella... Si fue así o no fue..."
Sra, Carmen de Coso, más de 80 años,
San Juan de la Cuesta, Noviembre 198
0.


LEYENDA DEL LAGO
(Versión 10)

"La del pobre ese. Pues nada, que si era Jesucristo.

Que había pasao por allí un pobre con una cayata, una barba muy larga, todo esfalamendrao, pidiendo limosna y que le echaban los perros. Que si estaban cociendo en un horno y que tenían el pan para mererlo. Que si quería esperar que le echaban un pedazo de pan, que barrían (el horno). Y se lo echaron y no fueron capaces a sacarlo del horno, que le creció de tal manera que no fueron capaces de sacarlo. Y volvieron otra vuelta y le echaron otro que ya lo pudieron sacar, lo partieron y se lo dieron. Y que si decían que si era un poder, que si era un milagro del Señor, que si era Jesucristo el que andaba pidiendo limosna.

Y, entonces, de que le dieron la limosna que le dijo: Cojan ustedes el pan y todo lo que tengan en casa y márchense que esto se va a volver agua.

Para demostrarle que era Jesucristo, él, que llevaba un bastón dijo: Aquí finco mi rodilla, aquí finco mi bastón, aquí salga un gargallón.

Y que entonces fue cuando salió el Lago.

Y que donde había estado el horno en que le habían dado el pan, que es la isla que se ve allí dentro. Que la isla que se ve allí dentro que es el horno y la iglesia que estaba al pie, que eso no se hundió; bueno, que se hundió, pero que se ve".

San Juan de la Cuesta, Febrero 1981.
Emilia y Pepe, unos 57 años,

APÉNDICE
LEYENDA DEL LAGO
(Versión 11)

"Hay que dar limosna a los pobres, que si no se da limosna...-yo era rapacica y oía aquello.

Pues dice que en el Lago había, era, un pueblo, que aún dí que se ven las casas allí, y que iban a pedir limosna y que no le daban limosna. Iba un pobre pidiendo limosna: -Una limosna por Dios, una limosna por Dios, y no le daban nada, y dice que una mujer para que se le quitara delantre que fue y que echó un cachico de masa, al horno, cuando lo fueron a sacar era más grande que ya no lo pudieron sacar, y después dice que volvieron a echar otro más pequerrín, vuelta a crecer y que echaban otro, vuelta a crecer, na más a fariguyas, y cada vez más pequeño y siempre se hacía más grande. Después el pobre fue cuando dijo: Aquí finco mi bastón -al que no le dieron la limosna, que era un ingrato- y aquí salga un gargallón y por eso se había hecho el lago y ya se quedó inundao aquello. Yo también sentí lo de las campanas, de que se hundieron las campanas de la iglesia, de que las fueron a sacar y que no habían podido sacarlas, y que está allí eso".

Pepa, 79 años; San Juan de la Cuesta, 27 de agosto de 1981.

B.-Estudio simbólico detallado.

1.-EI Lago:

El Lago (10) -como tradicionalmente se llama en la comarca sanabresa al Lago de Sanabria- ha sido un misterio no solo para los rudos pastores y campesinos (11) de la región, sino incluso para los intelectuales de tiempos pasados (12).

El hecho de su denominación singular, "El Lago", contrasta con la denominación de laguna que reciben los demás lagos naturales (13) de la cuenca. Su singularidad viene dada por sus dimensiones (14) -superior a los demás-, el abrupto e impresionante paisaje natural y la leyenda que lo acompaña.

2.-Villalvefde:

El nombre de la villa inundada parece indiscutiblemente de origen francés (15), probado por el hecho de que en alguna de las versiones apellida "de Lucerna" (16).

El hecho de que Villalverde (17) sea villa y no pueblo, que se le dé una categoría superior, no parece ser casual. En primer lugar, puede derivar del mismlo nombre de Villalverde, que descompuesto nos daría villa verde... Con todo, la raíz histórica puede haber sido el hecho de que los Condes de Benavente construyeron allí una casona o palacio (18) y que esto atrajera la atención de la gente de la comarca que por tal motivo distinguirían a este pueblo de otro normal de la comarca. No parece -al menos no me consta- que los Condes de Benavente concedieran titulo de Villa a este poblado, aunque cae dentro de lo posible. La toponimia (19) de la periferia del Lago se hace significativa a este respecto y exige un estudio profundo.

3.-EI horno:

El tema del horno es inseparable del tema de la mujer. La herencia tradicional es que la mujer haga el pan: no es una casualidad que sean mujeres las que se encuentran en el horno. Es más, el relato requiere una mujer: es más propia la compasión en la mujer que en el hombre. No hay que olvidar que el tema central de la leyenda es la hospitalidad, tema tradicional y ley universal (20).

El tema de los tres bollos también está en estrecha relación con las mujeres. Además de corroborar una costumbre como es la de compartir el bollo caliente con todo aquel que se encuentra en el horno (21 ), hay una segunda intención que dibuja una de las características de la sicología femenina: la astucia (22).

Las mujeres del horno intentan engañar al pobre, y lo hubieran engañado caso de ser un pobre cualquiera (23). Esta segunda intención, posiblemente más primitiva, normalmente pasa desapercibida pues en las actuales versiones se sobreentiende que las mujeres se salvan por su hospitadad.

El mendigo -en Sanabria, pobre- pide limosna y nadie se la da. En el horno es inexcusable: el bollo no se le niega a nadie. Las mujeres no se niegan a compartirlo, pero por tres veces fingen que no queda masa. El mendigo se da cuenta del juego de las mujeres y al fin las salvará, no porque le hayan quitado el hambre, sino porque es quien es (24).

Las mujeres, estas mujeres, volverán a aparecer en la leyenda no ya en un oficio tan femenino tradicionalmente como el de hacer pan, sino encargadas de la cría de bueyes y trabajar con ellos (25). Son las mismas mujeres del horno. Aquí también se trasluce una de las características que la sociología tradicional da a la mujer: la religiosidad acusada en mayor grado que en el hombre. La mujer obedece una orden divina que un hombre pasa por alto, o caso de que la mujer incumpla (26) será por compadecerse del animal, pero acto seguido se arrepentirá (27). Igualmente se confirma el hecho de que la mujer en Sanabria trabaja en la labranza del campo al igual que el hombre (28).

La transmisión de la leyenda también ha de contar con las mujeres y el modo tradicional de vida (29). La toponimia no puede ser ajena al hecho cultural del horno (30).

4.-Gargallón:

Entre las diferentes versiones de la leyenda la parte que conserva mayores coincidencias, incluso literales, es en las palabras del pobre -ya palabra de Dios cuando las pronuncia- y dentro de esas palabras tiene un lugar preferente la palabra gargallón (31).

La fidelidad en la transmisíón y conservación en principio se debe a que se trata de la palabra de Dios, una palabra eficaz que es capaz de castigar un mal pueblo y crear un bello lago simultáneamente. Tales coincidencias se deben a su vez a la rima que contienen, fácil de retener en la transmisión oral, al valor onomatopéyico (32) de la palabra gargallón y al carácter mágico de esta palabra pronunciada al utilizar el bastón.

El empleo de bastón (33) en el relato, y no el de cayata o cayato, vendría condicionado por el personaje.

5.-La isla.

La isla del Lago, como el mismo Lago, no aparece en la leyenda como simple elemento geográfico, pues de ser así no dejaría de ser un islote sin importancia.

El Lago, decía, nace como fruto de un juicio divino -castigo- sobre Villalverde y sus habitantes. La isla, por el contrario, se debe a una intervención divina -salvación- en favor de unas mujeres y un horno. El valor actual de la isla en el relato es recordar el horno que en ella hubo (34) y el ejemplar castigo que tuvo Villalverde.

6.-Los bueyes.

Actualmente no se conoce el uso de bueyes en Sanabria, pero fueron utilizados (35). Los bueyes todavía se utilizan hoy en los relatos de temas antiguos dándole carácter arcaizante a los mismos (36).

Aun cuando se utilizaron bueyes en toda Sanabria, en unos pueblos se utilizaron más que en otros, tal es el caso de Ribadelago, con gran número de ellos en 1752 (37).

En la leyenda aparecen dos bueyes, es decir, una pareja de trabajo, y supuestamente han de ser gemelos. Siendo gemelos se entiende la prohibición de no ordeñar la vaca madre (38), aunque no en todas las versiones aparecen como tales. Los nombres de ambos bueyes entran dentro de la onomástica animal propia de la comarca aunque no aparezcan actualmente como nombres propios en uso (39). Con todo, los nombres responden a lo que es cada uno de los bueyes en la leyenda: Bragao es pinto (40) y Redondo es gordo y fuerte (41 }.

Bueyes y campanas son inseparables en la leyenda. A los dos bueyes corresponden dos campanas. A Redondo corresponde Verdosa y a Bragao, Bamba (42): sus destinos corren paralelos.

7.-Las campanas:

Se puede decir que en la actualidad las campanas han perdido todo su simbolismo. En las ciudades apenas sobrepasan el valor de un objeto de anticuario o museo, y en los pueblos, a no ser en los muy pequeños, quedan sin utilidad como herramientas en desuso.

Pero las campanas de la leyenda corresponden a un pasado y a una zona rural primitiva en que son imprescindibles (43) y significativas (44). No hay pueblo que no tuviera al menos dos campanas, y Villalverde, que era más que un pueblo, también tenía dos campanas: Verdosa (45) y Bamba (46).

Hay que decir que el castigo sobre Villalverde no respetó ni siquiera a la iglesia y sus campanas, que terminaron en el fondo del Lago. La misión de los bueyes es rescatar esas dos campanas. Se intenta, pero al no haberse cumplido la orden divina que había sobre ellos (47) una de las campanas no sale a flote y esa campana toca una vez al año desde el fondo del Lago, el día de San Juan de junio (48) y sólo toca para unos pocos (49).




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