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viernes, 22 de agosto de 2014

LUGO: La muralla de Lugo

   EL DIOS Marte no se supo nunca por qué se enfadó con su hijo Oqu, y lo castigó mandándolo a vivir con los humanos a la tierra.

   Lo dejó en una cueva en un alto, entre dos ríos.

   Cuando considere que ya has cumplido tu castigo, yo mismo te vendré a buscar. Le dijo Marte a su hijo Oqu.

   Han pasado ya desde ese día muchos, muchísimos años, y el pueblo en donde Oqu vive hoy se llama Lugo.

Muralla de Lugo   Los del pueblo sabén que es hijo del dios Marte, dios de la guerra y de la agricultura y nieto de Júpiter y Juno, pero no saben decir desde cuándo está entre ellos. Sencillamente lo quieren y lo veneran.

   Cuando llegó a la Tierra, Oqu era un hombre corpulento de melena rojiza. Hoy es menudo y tiene el pelo blanco largo que le sobrepasa la cintura y una barba, del mismo color que el cabello, que casi le roza el suelo sino anda erguido.

   Hace más de veinte siglos una terrible peste asoló toda Europa. Él, Oqu, preparó con hierbas que crecían en la entrada de su cueva, una medicina que dio al jefe del pueblo para que la distribuyera entre sus habitantes. Al entregársela, le dijo:

   Tienen que tomarla todos los que viven en el pueblo, dos puñaditos en ayunas, todos los días durante una luna.

   El jefe los reunió en el centro de la aldea y allí repartió las hierbas, insistiendo como deberían de tomarla y hacerlo durante una luna completa.

   El pueblo entero se acercó a la entrada de la cueva de Oqu.

   Gracias, le dijeron los habitantes del pueblo con admiración y cariño. -Muchas gracias.

   Soy yo el que está agradecido por vuestro trato que me disteis desde que vine a vivir a vuestro pueblo, ya no recuerdo cuanto tiempo hace desde que me mandó mi padre, espero que pronto él me perdone y me permita volver al Olimpo.

   Y así fue como ningún habitante del pueblo sufrió de la devastación de la epidemia de peste y se libraron de una muerte casi segura.

   Cuando los romanos invadieron esta tierra, la llamaron Lucus Augusti. Con ellos trajeron muchos adelantos: mejoraron la agricultura, construyeron puentes, trazaron vías de comunicación, baños, acueductos, un sinfín de cosas. Y además, es cuando decidieron levantar una muralla que rodease toda la ciudad para que estuviese fortificada y bien protegida.

   Esto causó a los habitantes de Lucus Augusti una gran preocupación pues la cueva de Oqu estaba situada en el trazado que los romanos habían marcado para la muralla.

   Hacía días que no se le veía y nadie le pudo comunicar lo que estaba por ocurrir con su cueva.

   Sara, una mujer sencilla y valiente, se atrevió a enfrentarse con el cargado y le dijo: «No deben de tocar la cueva de Oqu. Él vive desde siempre que se recuerde en este lugar y es muy querido por todo el pueblo. Deben de cambiar el trazado de la muralla».

   Todos a una corearon: «No deben de destruir su cueva. Él es hijo del dios Marte».

   En el momento en que los soldados dispersaban de mala manera a la gente apareció Oqu en la entrada de su cueva, más insignificante que nunca. Pisándose la barba dijo: «¿Véis aquel árbol?», señalando a un roble grandísimo que estaba como a 200 pasos. «Tiene más de cien años, yo vi cuando lo plantaron. Si lo trasladáis ahora sin duda, morirá».

   «¡Así es!, ¡es cierto! Sí,», dijo la gente del pueblo que le escuchaba. «Yo soy como ese árbol», continuó Oqu. «Estoy enraizado en este trozo de tierra, a la espera de que mi padre me perdone y pueda volver a mi lugar de origen. No puedo abandonar este pequeño espacio en el que vivo. Id y decirlo en Roma a vuestro César. Él lo comprenderá».

   Y dicho esto, entró de nuevo en su cueva y no se le volvió a ver en más de un mes. En vista del problema se interrumpió la construcción de la muralla y los encargados, mandaron una carta por un mensajero al César a Roma.

   Ya sólo les faltaba para terminar la muralla ese tramo que ocupaba la cueva de Oqu.

   Por fin después de una espera que pareció interminable, se recibió contestación de Roma del mismo César. En ella podía leerse: «No toquéis la cueva, he oído que es hijo del dios Marte. No le molestéis, no vaya a ser que su padre se enoje con nosotros. Hablad con Oqu, llegad a un acuerdo. Será bien dejar su vivienda como está y ponedle una puerta en la misma muralla».

   Cuando el capitán y el encargado, se dirigían a la cueva de Oqu para darle la nueva, el hijo de Marte, salió a recibirlos como si ya supiese que estaban en camino y sin darle tiempo a que ellos hablaran para comunicarle lo que su César había dispuesto dijo: «Sí, sí estoy de acuerdo. No toquéis nada de mi cueva. Dejadme una puerta en la muralla para que yo pueda entrar y salir».

   Y así se hizo.

   Donde estaba la puerta de la cueva de Oqu, hoy en día, nadie lo sabe. Juan, el herrero, dice que su padre, que es el hombre más viejo de la ciudad, aseguró que estaba en el tramo de la muralla que mira al sur.

   Ya habían transcurrido muchos años, en Roma mandaba otro César, fue cuando tuvo noticias por sus hijos que vinieron a Lugo de la historia de Oqu.

   Ellas lo quisieron visitar. Decididas a conocerlo, anduvieron hasta la puerta que daba acceso a la vivienda del hijo del dios, pero por más que lo llamaron no obtuvieron respuesta alguna.

   No soportaron la osadía de que Oqu no respondió a sus llamadas así que enfadadas se lo comunicaron a su padre.

   El César, iracundo, exclamó: «¿Quén es ese sujeto que se atreve a no recibir a las hijas del César?» Envió un mensajero con la orden de que los soldados entraran en la cueva por la fuerza si era necesario, que prendiesen a Oqu.

   Entraron cuatro soldados detrás del capitán y tuvieron que salir con extrema rapidez al escuchar un estruendo aterrador. Se estaba derrumbado la muralla.

   Todas las gentes se arremolinaron en el umbral de la cueva pidiendo a Oqu que saliera de allí a toda prisa antes de que la muralla lo sepultara. Una niña, Rosiña, dice que le vio sonriendo desde dentro, pero nadie puede asegurar que así fuese.

   El caso es que todo el tramo sur de la muralla se vino abajo y que cuando volvieron a levantarla, nadie se preocupó de encontrar el cuerpo de Oqu.

   Preguntaréis que fue de Oqu. ¿Tal vez su padre le perdonó?

   La gente recogió piedras que aún hoy muchas casas las tienen incrustadas en sus fachadas, en recuerdo de su amigo y bienhechor.

   Y lo único que sabemos es que una noche al año coincidiendo con el equinoccio de primavera, una luz muy potente sale de entre las piedras de granito de la muralla y que esa misma noche, unas plantas con flores violetas cubren toda esa zona.

   Y que muy temprano, las mujeres y los hombres de Lucus Augusti las recogen y las guardan, por si alguna vez vuelve la epidemia de peste que asoló toda Europa hace muchos años y que pasó de largo por nuestra ciudad gracias a la medicina que preparó Oqu.
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miércoles, 13 de agosto de 2014

BADAJOZ: El aniversario



   Esta leyenda comienza poco tiempo después de que el rey Sancho Bravo consiguiera apaciguar los ánimos de dos de las familias de pertenecientes a la nobleza de Badajoz.

    La noche de San Juan, la nobleza celebraba una fiesta en la plaza de la Catedral. Había jóvenes muy bellas, pero de todas ellas destacaba Leonor Bejarano. Los Portugueses mostraron su admiración hacia ella, pero la joven no terminaba de fiarse de las intenciones que estos tenían.

    Cuando la fiesta estaba terminando empezaron una lucha fingida, lo que consiguió que cundiera el miedo entre los asistentes. Leonor se desmayó en los brazos del joven con el que bailaba. Tres hombres se dirigieron hacia Leonor y la secuestraron, lo que provocó la rabia de la familia Bejarano.

    El día después se celebraba el 200 aniversario de la victoria de Alfonso VII sobre los moros. Pero esta vez no había muchas ganas de celebración, y el único que quería seguir con la tradición era el cura. Mientras se celebraba la misa en la Catedral vacía, sucedió algo inesperado, los bancos se llenaron por los esqueletos de lo muertos que habían salido de las tumbas que estaban repartidas por toda la Catedral. Fue el modo de mantener la tradición que los vivos no habían querido celebrar aquél año. El cura ante aquella visión no aguantó más y se desmayó.
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lunes, 11 de agosto de 2014

GUIMERA: Santuario de la Bovera

    Una tradición nos cuenta que la Virgen de la Bovera fue encontrada de forma milagrosa por un pastor y un buey en la cepa de una encina. Cada vez que pretendían llevarla al pueblo de Guimerà, la imagen de la Virgen retornaba a la encina lo que se interpretaba como la voluntad inequívoca de levantar un santuario en ese lugar, sobre una colina al oeste de la población.

   En el Museu Diocesà de Vic se encuentra depositado el retablo gótico, de finales del siglo XV y procedente de La Bovera, que recrea el hallazgo de la Virgen por un buey y un pastor. La escena está situada en el centro del retablo muestra la procesión del pueblo con el obispo y dos clérigos que sostienen un gremial en el momento en el que llegan ante el árbol en cuyo interior aparece la imagen de la Virgen que dará nombre al Santuario.










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jueves, 15 de mayo de 2014

HINOJOSAS DE CALATRAVA: San Bernardo del frío

Según narra este Romance de la época, por un acontecimiento acaecido en el pueblo en el año 1876. Unas lluvias torrenciales provocaron una riada y los huertos de la Cuesta reventaron causando la muerte del alcalde y el secretario del pueblo que se asomaron a ver tan gran diluvio, siendo arrastrados por las aguas y nunca más se volvió a saber de ellos, aunque existe el bulo de que se largaron con el dinero de las ventas de unas tierras. Según la historia y este romance dejaron a sus mujeres en cinta que tuvieron que volver a casarse después para poder sacar a su familia adelante, eso pasaba muy a menudo, que las viudas se casaran por no tener sustento. Los habitantes atribulados se encomendaron a su Patrón San Bernardo pidiendo su intercesión e hicieron la promesa o voto de que todos los años este día, 5 de diciembre, se tomaría como festivo, se celebraría una misa y se sacaría al Santo en procesión. Desde entonces así se hace, la Hermandad acompaña en todos los actos. Después de la procesión se reparte entre los asistentes un filete de vacuno en recuerdo de aquel trágico día. Este romance es una auténtica reliquia de más de un siglo de antigüedad y aunque sus dueños lo tienen bien conservado, el paso del tiempo lo ha deteriorado en algunas de sus partes. Espero que se pueda leer bien para apreciar la atribulación del momento y la importancia de esta fiesta.
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jueves, 11 de abril de 2013

PIRA: Diablos de Pira

   Hace años, muchos años, se iniciaba la reconquista del antiguo Castillo situado en el término de Pira. Eran tiempos donde los campesinos eran obligados a dar una tercera parte de la cosecha de los viñedos a los señores del castillo.

   Pero en aquella época lo que nadie esperaba era que todo terminara con una gran desgracia, como me prever una gran revolución por parte de los agricultores hacia los señores se estaba preparando. Los campesinos, cansados ​​y enfurecidos pensaron una solución: y crearon un vino maldito.

   Era un vino, o un veneno, es igual venía directo desde las fuerzas del mal, de las brujas y brujos de la umbría, y cuenta la leyenda que quien bebía este vino quedaba paralizado con pesadillas repetitivos que finalmente acabarían con su existencia .

   Era el finalllllll! Toda esta maldad intentamos detenerla con la ayuda de la iglesia y sus libros secretos. Hicimos condenarlos todos aquellos agricultores malditos, a la pena de muerte. Y así lo hicimos les secuestrar y quemar aquí delante de la iglesia en una gran hoguera de fuego y luz.

   Todos aquellos agricultores de Miralpeix quedaban muertos y aún siento el olor a carne quemada y los gritos de histeria de todos ellos ... Y cuenta la leyenda que el día que alguien queme la iglesia de Pira invocará todas aquellas almas de todos ellos por los siglos de los siglos y el pueblo de Pira viura con maleficio de todas estas grandes almas .. almas locas .. almas bien inspiradas, .. inspiradas por el fuego ..
Iglesia de Pira, Tarragona.

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martes, 5 de febrero de 2013

Valverde del Majano


   Cuenta una leyenda milagrosa que la construcción de la ermita de la Virgen de
la Aparecida (Valverde del Majano) en la parte baja del cerro donde se halló la Virgen
tuvo enormes dificultades, pues lo construido durante el día aparecía destruido por
la noche (Sanz, 2000). Sólo cuando decidieron construirla en lo alto del cerro pudieron terminarlo con normalidad, como si la Virgen quisiera estar en el lugar donde
apareció. La explicación científica a este hecho puede relacionarse con las arcillas
que forman la base del cerro, que tienen propiedades expansivas cuando son
humedecidas por la lluvia, lo cual produce el deterioro de los edificios construidos
encima; pasó recientemente con el puente sobre el antiguo ferrocarril SegoviaMedina. Sin embargo, la cima del cerro está constituida por arenas y gravas no
expansivas, sobre las que no tiene ningún inconveniente la construcción.

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jueves, 8 de noviembre de 2012

ABENOJAR: Virgen de la Encarnación




Una leyenda nos cuenta que la Virgen se apareció a un vaquero que cuidaba de sus vacas en un paraje por donde corre un arroyo que desemboca en el río Tirteafuera.

La Virgen es llevada en romería hasta el lugar de la aparición llamado "arroyo de la Virgen". Existen indicios de haberse edificado, posiblemente en el siglo XVI, una pequeña ermita, alguna de cuyas piedras labradas de sus columnas, pueden verse por los alrededores de aquel paraje.
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jueves, 29 de diciembre de 2011

ALBARRACIN: La Torre de Doña Blanca


LA TORRE DE DOÑA BLANCA:

En el extremo sur del peñón en que se asienta la Ciudad de Albarracín, junto a la antigua iglesia de Santa María, se alza un grueso y cuadrado torreón. El pueblo le llama "La Torre de Doña Blanca". Ésta torre fue, sin duda, una pequeña fortaleza destinada a vigilar, primeramente, a la mozarabia de la ciudad, situada junto a la sobredicha iglesia, como luego vigiló los movimientos de la judería, que ocupaba el "Campo de San Juan".

En torno a la torre, el peñón se estrecha, y a sus pies, en profundo cauce, discurre el río Guadalaviar, aprisionado por las rocas y por los vallados de pequeños huertecillos. Al otro lado del río, la ingente masa rocosa vuelve a alzarse para dominar desde elevadas cumbres la ciudad, el río y los huertecillos.

Pero la torre de Doña Blanca, guarda entre sus muros, al decir de las gentes, el misterio evocador de la figura triste de una joven infanta aragonesa. Porque Doña Blanca era hermana menor de un príncipe heredero del trono de Aragón. Era una joven ingenua, casta y sencilla, por cuyas prendas no sólo sus padres, los monarcas, sino también toda la nobleza de estos reinos, la idolatraban. Pero la esposa del futuro rey, por la más vergonzosa envidia, la odiaba tenaz y sañudamente.

Y así ocurrió que, al morir el rey, los nobles aclamaron al príncipe heredero, y aquella mujer, que tanto odiaba a Doña Blanca, quedó constituida reina de Aragón. La joven infanta se acogió al lado de su madre, la reina viuda, pero fueron los mismos nobles quienes la aconsejaron que huyera de estos reinos para salvar su vida, refugiándose en la corte de sus deudos los reyes de Castilla.

Y sucedió que un día, de paso para Castilla, llegó a Albarracín, acompañada de algunas dueñas y de pocos caballeros, la desgraciada infanta aragonesa. La acogida que a Doña Blanca le dispensó Albarracín fue muy cordial, por cuanto que hasta aquí había llegado la fama de sus virtudes y la noticia de los odios de la reina. La ciudad entera presenció el paso de la vistosa comitiva con sus jinetes y sus escuderos por las calles tortuosas hasta llegar a los palacios de Azagra, Señor de Albarracín, donde se hospedó la joven infortunada. Consigo traía, en cofres forrados de cuero y guarnecidos de hierro, todos sus tesoros de joyas valiosas y preciadas telas. No era bien dejar todo esto en Aragón.

Pasó un día y otro día, y las gentes esperaban con impaciencia poder contemplar de nuevo el rostro de Doña Blanca y ver su lucida comitiva, al menos, cuando dejara la corte de los Azagra para continuar su viaje hacia Castilla. Mas el tiempo pasó... y las dueñas y los caballeros que habían acompañado a la infanta aragonesa emprendieron un día su regreso hacia tierras de Aragón; pero a Doña Blanca... ya nadie la vio jamás.

El pueblo, lleno de sorpresa y admiración, empezó a pensar que la joven había muerto llena de tristeza por su doloroso destierro, y que había sido sepultada secretamente en el famoso torreón que había de llevar su nombre en adelante. Mas nadie supo jamás lo sucedido, porque las gentes de la casa de Azagra y los nobles de la ciudad guardaron el secreto cuidadosamente.

Desde entonces, en todo plenilunio estival, cuando los próximos peñascos recogen el eco de la campana que suena la hora de la media noche, las gentes de Albarracín cuentan que se puede ver salir de la Torre de Doña Blanca una sombra clara, como de rayo de luna, a la manera de la figura de una mujer de blancas y holgada vestiduras que va descendiendo lentamente por los escarpes de la roca, como si fueran los peldaños de un palacio encantado, hasta llegar a los huertecillos y luego al río, en cuyos cristales se baña, y desaparece para no ser vista hasta otra noche de plenilunio. Es "La Sombra de Doña Blanca".

 




Era en los últimos años del siglo XV, unos días después de haberse promulgado el decreto de expulsión de los judíos, que obligó a salir de Albarracín a más de cien familias que habitaban el barrio que rodea la Torre de Doña Blanca. Allí quedaron sus casas desiertas y abandonadas.

Una noche del plenilunio del mes de Julio, frente a la desierta judería, en las vertientes de las montañas del otro lado del río, un joven pastor cuidaba un rebaño del señor de Santa Croche. Sentado en un escarpe de las rocas contemplaba la ciudad dormida y bañada por los rayos de luna, que se quebraban en el castillo, en los muros y en el caserío, formando con las sombras figuras como de seres gigantes y misteriosos. A sus pies serpenteaba el río, arrullando con sus murmullos el sueño de la ciudad. Enfrente se erguía la Torre de Doña Blanca. Era la media noche... La campana mayor de la catedral dejó escapar de sus bronces el aleteo tembloroso de sus campanadas... Y el pastor, al conjuro del lugar y de la hora, pudo ver cómo junto a la Torre de Doña Blanca aparecía la figura de una mujer, que, tras desaparecer en estrecha calleja, aparecía de nuevo en el postigo de la muralla, y descendía por leve senda entre las rocas, hasta llegar al río, donde se inclinó ligeramente, como si contemplara su rostro en el espejo de las aguas bruñidas por luz de luna, y luego ascendía la empinada cuesta y se adentraba por las callejas del barrio judío abandonado.

En las primeras horas de la mañana, el pastor llegaba al castillo de Santa Croche e instaba por ver a su señor; mas el señor no se encontraba a la sazón en el castillo, y le recibió su hijo menor, joven apuesto, valeroso y amable. El pastor, lleno de emoción, le fue contando todo lo sucedido en la noche, cómo había visto con sus propios ojos descender hasta el río "La Sombra de Doña Blanca".

El joven Heredia sabía muy bien lo que se contaba de la legendaria historia de la infanta sepultada en la torre, y de la sombra que desciende en las noches de luna a bañarse al río... Pero amigo de aventuras y emociones, en la noche del plenilunio del mes siguiente se situó en las mismas rocas desde donde el pastor había visto la misteriosa aparición. Contemplaba también el fantástico aspecto de la ciudad bañada en luces de luna. Sonaron las doce en la campana catedralicia y... volvió a descender la figura de la mujer hasta el río. Lleno de asombro, pero audaz y atrevido, descendió el joven al cauce del río y lo atravesó sigilosamente. Oculto por los árboles y sauces que pueblan la margen, se acercó hasta el lugar donde la misteriosa mujer se inclinaba sobre la corriente. Pero la joven, al oír tras si los pasos, se erguió resuelta, sacando de las aguas una pequeña ánfora. El atrevido Heredia, lleno de estupor y sin acercarse más, le dijo:

- ¿Quién eres?
- ¡La Sombra de Doña Blanca!,- contestó la joven. Y sin más emprendió veloz huida por el angosto y empinado sendero entre las rocas, hasta llegar al postigo del muro, por donde penetró en la ciudad, desapareciendo...

No sabía qué pensar el joven hijo de los señores de Santa Croche. Contra su anterior convencimiento, "La Sombra de Doña Blanca" tenía realidad encarnada en una joven grácil, de tez morena y ojos que brillaban al reflejo de un rayo de luna.

Pocos meses más tarde, una joven de estirpe judía era capturada junto a la Torre de Doña Blanca cuando se disponía, a la media noche, a salir por el postigo y descender al río. La ronda nocturna que hacía la sobrevela por las torres y muros de la ciudad la había sorprendido. Ante el alcaide de las fortalezas de Albarracín, que era el mismo señor de Santa Croche, hubo de comparecer al día siguiente. Y la joven, con los ojos bañados en lágrimas, fue contando su triste historia. Ella era huérfana, de padres judíos, y al decretarse la expulsión no quiso abandonar la humilde casita que la vio nacer, ni la ciudad que amaba, ni las rocas que rodean su barrio, ni el río en que lavaba sus ropas o cogía agua en tiempos más felices. Había resuelto vivir oculta entre las ruinas de las casas abandonadas por los proscritos de su raza. Tomaba el alimento de los huertecillos, y el agua del río, en medio del misterio de la noche... Luego moriría sin que nadie sospechara su existencia...

Y la historia termina diciéndonos que la joven judía fue llevada al castillo de Santa Croche y, tras la necesaria educación cristiana, recibidas las aguas bautismales, llegó a contraer matrimonio con aquel joven Heredia que una noche de plenilunio la sorprendió llenando su cántaro en las orillas del río, bajo el peñón en que se asienta "La Torre de Doña Blanca".
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jueves, 1 de diciembre de 2011

MAZARRON: La Purísima Concepción


   La inseguridad de la zona quedará perpetrada durante años por el acecho de los piratas berberiscos, lo que llevó a la villa a construir torres de vigilancia para defenderse de los ataques. Una leyenda cuenta porqué la imagen que se encuentra en el convento de la Purísima posee la particularidad de hallarse con el rostro torcido. Dice la tradición que durante uno de esos ataques, la virgen bajó a la playa para ahuyentar una de esas ofensivas, lo que explica a su vez la gran devoción del pueblo por esta virgen. El esplendor económico decayó en los siguientes siglos, hecho motivado por la aparición de una competencia extranjera en la explotación del mineral.
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CARTAGENA: ¿Desembarcó Drácula en Cartagena?

    Para acercarse a la historia del vampirismo no hay que escalar las cumbres oscuras que cercan Rumanía. Ni tampoco morirse de miedo en el castillo, tan imponente como restaurado, del conde Drácula. Entre otras cosas, porque Cartagena ya atesora una sorprendente leyenda que, durante un siglo, ha circulado como un rumor de boca en boca. Ahora, los investigadores arrojan luz sobre el caso de un supuesto vampiro que aterrorizó media España tras ser desembarcado en Cartagena; muertes inexplicables, cadáveres desangrados y desapariciones repentinas forjaron el cuento.

    El investigador Antonio Aracíl recibió en 1983 la visita de un abogado de Toledo que durante años había seguido la pista de un vampiro. El letrado le explicó que la historia se remontaba a los primeros años del siglo pasado, cuando hasta el puerto de Cartagena llegó un ataúd vacío. Nadie lo reclamó. Durante algún tiempo, el féretro fue custodiado en los almacenes portuarios. Cierto día, un ciudadano de La Coruña solicitó el ataúd, que le fue enviado por carretera. Y aquí comienza lo más increíble del relato.

    El itinerario que el féretro recorrió desde Cartagena a La Coruña, con escalas en poblaciones como Alhama de Murcia, Toledo, Borox o Santillana del Mar, se vio salpicado de casos de vampirismo; asesinatos sangrientos que más tarde, durante las investigaciones, conformarían una ruta del horror. Sin embargo, cuando la carroza fúnebre alcanzó la ciudad gallega, tampoco hubo quien la recibiera. Y regresó a Cartagena. Al cabo de unos días, un noble serbio solicitó el féretro. El personaje residía en una posada ubicada en la calle Mayor de Alhama de Murcia, donde varios testigos aseguraron que sólo salía al caer el sol. Poco tiempo más tarde, el serbio desapareció y las autoridades decidieron sepultar el ataúd en uno de los cementerios de Cartagena. Aracíl también conoció, por boca del abogado, que una anciana corroboró en Murcia la existencia en aquellos años de un noble serbio.

    La historia del vampiro de Cartagena despertó hace unos años la curiosidad de otro investigador, Jordi Ardanuy, quien viajó hasta Cartagena para rastrear sobre el terreno cuánto de realidad había en aquella leyenda. Ardanuy, miembro de la Sociedad Española de Estudios sobre Vampiros, buscó sin éxito en los archivos de los cementerios de Nuestra Señora de los Remedios y el de San Antón algún registro que probara la existencia de un enterramiento tan excepcional.

    Tampoco tuvo suerte en los depósitos de la Marina ni en la aduana marítima. Ni siquiera halló la publicación en el Diario Oficial de la Provincia del aviso que establecía la ley para proceder a la inhumación. Y no porque nunca hubieran existido documentos probatorios. La mayoría de los archivos a los que accedió el investigador renovaban sus fondos cada cierto tiempo, sin contar aquellos que sufrieron ataques y expolios durante la Guerra Civil. La búsqueda de cualquier información era entorpecida a cada instante.

    El investigador también recorrió las localidades por donde pasó el ataúd, entre ellas Calasparra, aunque nadie recordaba tan insólita historia. En la memoria colectiva permanecían imágenes de antiguos crímenes pero era imposible relacionarlos con nada sobrenatural.

    Sólo en Borox, un pequeño pueblo de Madrid, Ardanuy encontró a una anciana que aseguraba haber escuchado a su madre relatar la terrorífica historia de «un hombre que chupaba la sangre». ¿Hasta qué punto podría confundir esta buena mujer al supuesto vampiro de Cartagena con el literario conde Dracul? La ruta que siguió el sarcófago, al menos la que en su día reveló Aracíl, evidencia que el traslado no observó el camino más corto hacia La Coruña. Así, desde Cartagena alcanzó Alhama de Murcia, luego se desvió a Almería para volver de nuevo a Calasparra y continuar hacia el norte. Allí, se registra un nuevo desvío a Cantabria.

    Este itinerario indujo a Ardanuy a concluir que acaso se debía a la intención de recorrer diversas poblaciones españolas. El serbio bien podría ser el propietario del ataúd. Juntos recorrieron el país dando cuenta del gaznate de los menos avisados. Y luego regresaron a Cartagena para convertirse en una leyenda.

    Otros autores han probado la existencia de esas muertes extrañas al paso del féretro. Por ejemplo, a la cuestión le dedicó un informe en 1998 el periodista Luis García Chapinal, que recuperó la historia de diversos asesinatos acaecidos en Santillana del Mar.

    La leyenda del vampiro mantiene en nuestros días la incógnita de saber cuánto de realidad esconde su narración. De momento, hay quien asegura que ha descubierto la tumba en Cartagena. Aunque prefiere no hacer pública su identidad, mantiene que en la lápida ya quebrada por el tiempo, alguien talló un murciélago

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